miércoles, 19 de agosto de 2009

Carnaval

Carnaval brasilero!! Estamos llegando a un lugar en que las ganas de bailar surgen de todos lo rincones, de todos los que cruzamos. Es de tarde y la noche promete… que? No sabemos, pero la promesa pone una tensión en el aire que da fuerzas a la alegría y al cuerpo.
Suena un ritmo de samba, un grupo baila en una esquina, y nosotros nos salimos de la vaina por bailar, intentamos meternos en el ritmo, dejar salir las ganas. Del grupo que está bailando nos miran, se ríen, hablan entre ellos, pero siempre hay alguien bailando: una mulata sacudiendo las caderas, un negro que nació “com a samba no pé” haciendo una muestra de virtuosismo frente a su mujer, prometiendo que será más que cualquiera… Se nos acercan dos, una pareja: “oi caras vocês quer aprender? Venhan dançar”. Charlamos un poco con ellos, les contamos que somos argentinos y que es nuestra primera vez en su carnaval y que sí queremos aprender, su alegría nos contagia y hace surgir la nuestra. La morocha me muestra unos pasos básicos pero me cuesta prestarle atención: el morocho hace lo mismo con vos y parecés disfrutarlo. Que será lo que pensás? Me subleva la idea de que te guste, podrá tener buen cuerpo pero yo soy tu hombre y vos sos mi mujer… En eso me mirás y me sonreís, en tu sonrisa hay alegría, hay amor y ganas de compartir conmigo tu alegría, y mis celos se aplacan, y me dedico a prestar atención a mi mulata que me enseña, quiero aprender la danza que después voy a bailar con vos de otra nanera.
La miro bailar, se da cuenta que ahora sí le presto atención y dejando por un momento la idea de enseñarme comienza una danza rápida dejándose llevar por el ritmo. Sus pies parecen tocar un tambor y a la vez acariciar el suelo. Me mira coqueta a los ojos, baja la vista y sigue danzando, mueve las caderas, gira y ofrece toda su destreza y su abandono a la danza. Yo la miro a los ojos, sonrío todo el tiempo.
Completamente libre, acepto lo que ofrece, le agradezco con la mirada y el corazón, le agradezco el permitirme recibirlo.
Y mi cuerpo y mi corazón están libres. Libres de deseo sexual o de deseo de amor, de la mulata que me baila recibo solo estas ganas de que la admire y lo hago libremente y se lo muestro abiertamente, justa retribución.
Sonrío. Te sonrío, pongo en esta sonrisa todo esto, y todo mi amor.
La mulata se da cuenta, sonríe y me enseña unos pocos pasos, ya me defiendo: ahora que sé que hacer me puedo soltar un poco más.
Me dirijo a vos, te hago un bailecito para provocarte si hacer caso del morocho que tenés enfrente. Si los pasos me salen un poco confusos, lo compenso poniendo en ellos toda la alegría y ganas de amarte que tengo, me olvido del resto… agotado de piernas y de mirate, disminuyo el ritmo.
Entonces comenzás vos, y me voy quedando quieto, nunca imaginé mirarte así. Me mirás todo el tiempo, y hay en tu cintura una magia que me atrapa y me llama. Tus pies pequeños, tu cadera, tus senos, cantan una canción para mí, y a vos no te miro sonriendo sino con una intensidad que me lleva entero hacia tí, y respondiendo a tu llamado te hago mía, mía, mía…
El grupo se dispersa aplaudiendo tu demostración… hay otro grupo un poco más adelante.

(Continuará)

No hay comentarios:

Publicar un comentario