lunes, 19 de octubre de 2009

Tango


Habíamos venido deteniéndonos cada noche en un lugar diferente, como el velerito no está equipado con piloto automático, además de ser demasiado chico como para hacer navegación de altura, nuestras etapas no pasaban de un día con la costa a la vista.
Cada día, al ver algún lugar donde se pudiera parar y tener alguna seguridad contra el clima, habíamos anclado para pasar la noche y seguíamos viaje. Nos parecía que toda nuestra vida había transcurrido así, entre el mar, el cielo, la noche inmensa, la luna que nos llamaba, cada día más imponente, y los pescadores que conocíamos cada vez que teníamos oportunidad.

Tarde, casi oscuro, miramos salir la luna llena sobre el mar, el reflejo brillando sobre las olas es de una belleza hipnótica, ninguna nube interrumpe el cielo gigantesco, ninguna isla rompe el mar de babor. Idílico es la palabra, como me dijo alguna vez una de mis hijas.

Vamos en alas de un viento suave del sur-oeste, que no nos impone ninguna atención especial... pero decido buscar dónde parar, algo me empuja a prestar atención a la costa, además de que es una temeridad navegar de noche en aguas costeras que no se conocen.

En la costa brillan varias luces, parece que son casas. La luna alumbra la costa, los morros de altura variable, alguna estructura que no se define del todo a la distancia. Supongo que se trata de edificaciones en la playa, al estilo de los pescadores brasileros, de madera, edificadas sobre la franja de vegetación que está junto a la arena. Al irnos acercando vemos también desperdigados a lo ancho varios botes de pescadores, muchos de ellos al extremo de una línea trazada en la arena por la quilla... pienso que están vivos, que tienen alma y anhelan conocer la vida en tierra, se impulsaron con sus brazos tierra adentro hasta donde pudieron.
Los barcos de pesca están vivos, tienen madera y metal y hombres y alma, sus anhelos y alegrías, y viven en el agua pero salen todas las noches a dormir en tierra, sueñan con viajar por tierra como lo hacen por mar cuando disponen de sus hombres para moverse. Añorando la vida de trabajo con que pasan el día, y sabiendo que sus hombres irán a tierra por la noche, quieren ir también, por eso se arrastran hasta donde pueden por la playa, hasta quedar dormidos como cuerpos inertes al extremo de un rastro de arena. Al otro día despiertan, cuando los hombres los llevan de vuelta al mar, a veces perezosamente en un mar tranquilo, a veces con bríos de semental en un mar picado.

Pero ahora duermen su sueño de tierra y no nos miran llegar. Anclamos a un lado de los barcos, salen de pesca antes de la salida del sol y no quiero ponerme en su camino.

Hay algo construido en la costa, y luces más adentro en casas sencillas. Se escuchan ritmos gaúchos, voces y risas, parece haber gente de fiesta en la costa. Nos miramos sonriendo, ya sabemos lo que nos espera.

Buscamos el reproductor de CD´s, la música que tenemos preparada para estas ocasiones, una mochilita con zapatos, y bajamos a la costa sin ningún otro accesorio. La noche está espectacular, la luna ha dejado de ser omnipresente para pasar a acompañarnos a una celebración, la brisa es tibia, la arena impalpable.

Están reunidos fuera de las instalaciones donde guardan el pescado refrigerado, hay dos que tocan música: unos tamborcitos por un lado y una guitarra por otro, el guitarrista canta temas típicos de la zona, no los conocemos, ni los temas ni a la gente, pero nos reciben con la solidaridad brasilera: Oi caras, bem vindos, quer compartir nossa festa?
-Obrigado!! Respondemos y nos acercamos a charlar. Ya pasamos por brasileros. Es realmente hermosa esta gente sencilla, muy cordiales, nos hacen sentir que estamos entre amigos.
Bailan los morochos, y las mujeres, con esa gracia particular heredada de los negros que no se puede imitar. Nos miramos y vamos, queremos aprender, participar de la hermandad del baile, donde es la pareja quien participa junto con las otras.
Al ver que queremos aprender dejan todo... con pena por el clima que ha cambiado, disfrutamos de las atenciones, tratamos de meternos en la música para disfrutarla sin demasiadas reglas... provocando un montón de risas, y que salgan a bailar también otras parejas. Sin proponernos el clima cambia de nuevo, y ya estamos en una fiesta a todo vapor, la alegría de cantar con nuestros cuerpos acompañando y completando la música se hace parte nuestra, nos lleva junto con todas las otras parejas.

Pero tenemos un regalo para ellos, y antes que la fiesta decaiga se lo mostramos: en el reproductor de CD´d ponemos tango. Miran extrañados: sólo habían preguntado nuestro nombre de pila, el brasilero siempre nombra así a todos. Les contamos que somos argentinos y que queremos retribuir sus atenciones y su fiesta compartiendo con ellos algo de nuestro país. Por suerte había una zona en que habían hecho un piso, que el tango no se puede bailar en la arena. Y como estamos dispuestos a enseñarles lo que quieran, inmediatamente el entusiasmo los invade y despejan la zona, nosotros nos ponemos los zapatos que llevamos para la ocasión, ponemos en el reproductor “Un Tango de mi Flor”, nos miramos, nos olvidamos de mundo y empezamos: una base, una baldosa, una secuencia sencilla para entrar en clima... pero ese tango es demasiado hermoso, me lleva puesto, y con la familiaridad que me da lo conocido, y ganas de improvisar, tiramos ochos, cortes y ganchos al compás de la letra. Una hermosura hecha armonía y expresión, el mejor esfuerzo puesto en la mujer más importante del mundo, pera que se luzca, para verla, para maravillarme de su habilidad, de su presencia, de lo que construimos con este lenguaje compartido.

Y volvemos al mundo, mi mirada y tu mirada, casi dolorosamente... sólo para encontrarnos con el resto de la gente que celebra.

Quieren que les enseñemos...

miércoles, 7 de octubre de 2009

La propuesta


Estoy que exploto. Será bueno? Mis sentimientos empujan con fuerza irresistible, exigen, avasallan, y yo los ayudo, los aliento, cultivándolos con esmero, disfrutando de cada arremetida de las ansias que me sacuden casi sin cesar.
Y es que predomina la alegría de estar aquí sintiendo todo esto. De estar vivo y despierto. Vivir despierto decía un autor de autoayuda. Pero esto se parece poco a cualquier cosa que haya leído, y creo que es imposible de aprender, sólo se puede vivir.

Ganas de expresar la alegría, de compartirla, de seguir con otros el camino que lleva a vivir despierto.

Y te presiento.
Y te busco.
Y te encuentro.

Con unas ganas tremendas de vivir, con una audacia natural que rigió tu vida, con deseos de locura.
Mi locura responde a la tuya y juegan felices por un momento.
Alimento mi locura, la incorporo a mi vida. Me hace ver mis prioridades en forma diferente, estoy en un escalón superior desde donde miro los esquemas a los que viví atado como simples herramientas que puedo cambiar cuando quiera, poner el trabajo, el tiempo, la vida, a mi servicio… a tu servicio… a nuestro servicio.

Ha llegado el alba, viviré.

Toda esta alegría, estas ganas, esta convicción de que emprenderé todo camino que ofrezca vida, esta locura, tienen un destino: Los voy a compartir. Te atrevés?

martes, 15 de septiembre de 2009

Luz


La lectura es una de las fuentes de placer que siempre disfruto. Lectura, como distensión y como aporte natural de puntos de vista que me muestran mi propia vida en otras formas, al sacudir mi criterio con perspectivas diferentes, o poniendo de relieve conceptos que no tengo presente. Esto último sucedió cuando leí una nota sobre la obra Tim Burton que la calificaba de “oscura”, a lo cual el autor replicaba que él veía mucha luz en ella.

Así es, hay luz en ella. Si bien el entorno es oscuro, intimidante y en general cruel, todas las historias se centran en la lucha de los personajes por hacer sus vidas… y lo logran.

En esta etapa de mi vida siento que la vida es hermosa, y que estoy en el mejor lugar para vivir. Pero en otra época pensaba distinto: si bien no creía que el mundo era cruel sentía que la vida era una lucha constante por sobrevivir, y que la felicidad era improbable. Por eso siempre vi con simpatía obras como la de Burton, y hoy aunque me parece que resaltar tanto un universo de crueldad como él lo hace es un indicador de una persona torturada en algún sentido, me gusta destacar la luz que ve.

No claudicar, mantener siempre la esperanza, buscar la luz en cualquier entorno, ver que siempre es posible. Ese es el mensaje que veo.
Y me gusta.

lunes, 31 de agosto de 2009

Crepúsculo


Llegamos al atardecer, cuando el sol se acerca al horizonte sumergiéndose en la selva que cubre los morros próximos a la costa. Tiro el ancla, cargamos el gomón y vamos a la costa, un incordio, que hubiéramos deseado llegar nadando… Tiro del cabo para sacar el gomón fuera del agua y te pierdo de vista: estás nadando mar afuera, y sé que vas desnuda, este mar no se admiten barreras con el cuerpo, me saco la malla y voy tras de ti.
Nadas un muy buen estilo, rápido, fugaz vislumbre de nalgas cobrizas, cabello desordenado cubriendo tu cara, brazos incansables… y tu cara, concentrada, estás en otro mundo.
Me doy vuelta mirando al cielo que se oscurece, nadando de espaldas con la mayor economía de energía, sin ningún esfuerzo.
Vivo un mundo ondulado, que me arrulla y me rodea. Me da una tranquilidad como la de un útero, a pesar de mi mente que chiquita, ignorada y desvalida intenta inútilmente hacer escuchar su protesta extranjera. Aquí no soy, sólo siento, llegan sonidos de agua moviéndose, de mi respiración, imágenes de las nubes.
Algo me llama la atención: entre dos nubes hay un movimiento muy lento pero en distinta dirección. Algo conecta una nube con otra, algo que mientras sigo mirando se retuerce muy lentamente como una lombriz, y luego se va retirando desde un extremo hasta desaparecer. Me quedo mirando, ya totalmente atento y lamentando perder algo que nunca había visto. Pero otra conexión se va formando en otro lugar, comenzando por ser totalmente transparente y pasando rápidamente al miso tono que el resto. Ahí veo que gira: es un remolino, un tornado, que va de la nube inferior a la otra. Mientras éste se retuerce aparece otro más chico. Increíble que nunca antes los hubiera visto… será que se dan sólo sobre el mar? No creo…
En ese momento me tomas de la cintura y me tiras hacia abajo, sumergiéndome, y haciendo que trague agua olvidando todo. Braceo para enderezarme y te encuentro riendo a poco más de un metro de distancia.
-AAAAAAA! Grito lanzándome adelante y te tomo de la cintura… Mi cara queda a la altura de tu pecho, y otra vez me olvido de todo, mi boca, mi nariz, mis mejillas acarician tus senos queriendo quedarse allí, suave lecho de amor y pasión. Los pulmones reclaman. No les hago caso, pero rompen el sueño e insisten con más fuerza.
Emerjo al aire, a tu cara. Nuestras piernas y brazos se chocan mientras nos mantenemos a flote, enfrentados, por nuestros ojos pasa el vínculo eternamente renovado del amor.
Nada decimos, comenzamos a nadar lentamente, mirándonos, a la costa.
El cielo ya tiene el tono inconfundible del ocaso, y aunque no vemos el sol, sabemos que está terminando de sumergirse en el horizonte detrás de los morros.
Caminamos desnudos hacia la playa.
Mientras pasamos del mar a la arena el mundo cambia. Nosotros cambiamos. Ya no es de día, pero esta nueva noche se siente más diáfana que cualquier día que hayamos vivido antes, la arena brilla con los últimos resabios naranja del atardecer, nuestros pasos dejan huellas llenas de plata, el agua sobre tu cuerpo debe haber cobrado magia en algún momento.
Te miro asombrado, mientras en tu cara se refleja el mismo gozo que siento desbordar.
Miramos la belleza imposible delante nuestro, nos tomamos de la mano, corremos.

viernes, 28 de agosto de 2009

Zamba





Zamba

PRIMERA!

Vieja soledad…
Hoy me iré de ti

Te miro, destino de todo anhelo… te mueves coqueta sabiendo mi decisión. Saco pecho, mis ojos te buscan, muestro el pañuelo para llamar tu atención. Te sonríes detrás de tu propio pañuelo, yo sonrío también, ya eres mía! Pero luego te cubres, me quitas tu mirada…
Nuestros caminos se cruzan, vuelvo a tener tu mirada, mientras llego a donde estabas todo mi cuerpo tiembla: podrá ser?
Será!

Buscando la luz
De un amanecer…
Cuando llegue el alba…
Viviré, viviré!

Eres amanecer de vida, me acerco agitando mi pañuelo, serás mía! Tu pañuelo se agita en respuesta, baja a tu cara, sube a lo alto… tiene vida propia, independiente, esquivo, mi pañuelo lo sigue, mi mirada no te deja mientras volvemos a nuestro sitio.

Noche adentro irá
Vencida de amor
La tristeza gris
De mi corazón
Cuando llegue el alba…
Viviré, viviré!

Insistiendo vuelvo a ti, el pañuelo te llama, mis brazos imaginado tu cuerpo huidizo, giramos alrededor del otro una y otra vez… Te veo lista para decidirte… volvemos a nuestros lugares.

A un costado del olvido
Mis sueños florecerán
Reventando en luz
Florecidos…
Cuando llegue el alba…
Viviré, viviré!

Ha llegado el alba, viviré! Mi pañuelo acompaña al tuyo, ambos en lo alto, tus pasos suaves llamando… vuelvo a mi lugar, nos cruzamos y dando media vuelta me ofreces tu pañuelo! Lo tomo sin poder contenerme, te llevo a tu sitio como en una nube, me resisto a soltarlo… vuelvo a mi lugar.


SEGUNDA!

Encontrarte fue
Intuición de Dios
Todo nace en ti
Como nací yo
Cuando llegue el alba…
Viviré, viviré!

Me ofreciste tu pañuelo!! Mi sonrisa habla de mi alegría, tu mirada habla de amor… todo el mundo está hecho de tus ojos, de tu boca, de tu pañuelo.
Te ofrezco el mío convertido en una flor, es mi corazón, lo tomas cubriéndolo con tu pañuelo y se queda contigo… suben los pañuelos al cielo, se agitan cuando volvemos a nuestros lugares

Tus palabras son
Fresco manantial
Sintiendo tu voz
Aprendí a cantar
Cuando llegue el alba…
Viviré, viviré!

Jugando nos acercamos y nuestros giros nos unen, los pañuelos llamándose, amantes, enlazados… tenemos tiempo para toda una vida.
Hay tanto para sentir que no cabe en palabras, que llena el alma, que nos lleva volando en una tremenda abundancia de vida.
Afirmando tu amor, vuelves a tu lugar, prometiendo volver…

A un costado del olvido
Mis sueños florecerán
Reventando en luz
Florecidos…

Mis sueños me llevan adelante en un camino de amor, mis sentimientos responden a la llamada de los tuyos, mi pañuelo te rodea, mis brazos llaman, tus ojos ríen… mujer espléndida, promesa de vida, tienes mi corazón.

Cuando llegue el alba…

Llamando con mi pañuelo, vuelo a mi lugar

Viviré, viviré!

Y yendo hacia ti me fundo en un abrazo, instante eterno, tuyo ahora, mañana, siempre.

Soñaba...


Soñaba
Caminando
Adormecido
Mi vida transcurría
Ya todo estaba hecho

Entonces todo se evapora
Tormenta irresistible
Dejándome desnudo
Llevándome al desierto
Rompiendo todo anclaje

Desolado miro al cielo
La llanura inacabable
Ni un apoyo, una señal
Ni una pauta, ni un camino
Cosas sin sentido amontonadas
Gente extraña, en cosas raras
Dónde hay algo de esperanza?
Dónde hay una meta que me apure?

Lo aprendido no me sirve…
Debo vivir en este mundo?
Y acompañando a la gente
Hago mía su alegría
Encuentro cariño donde no esperaba

Mi corazón salta, ya no está solo
Y quiere más, quiere amor
Otra vida compartida
Para amar y que lo amen

Entonces veo que mis sueños
Viejos sueños enterrados
Desfilan relucientes
Y me dicen “acá estamos
No pudimos ser en otro mundo
Pero en éste… va por vos”

Apacible
Impecable
Asombrosa
La vida me sorprende.
Y llegaste a mí
Locura
Volando sin red
Corriendo sin mirar
Apostando la vida a todo o nada
Ninguna garantía y todos los riesgos
Sí! Así vivo, ignorando todo
Mirando adelante, sólo a tus ojos

martes, 25 de agosto de 2009

Lo quiero todo!


La libertad, el mar, el sol, una travesía en velero viviendo del mar, en el mar, con él. La soledad inmensa, las noches de luna, las olas repitiendo en su lengua.
Son las 3:49 AM. Preparo solo una mochila: algo de ropa interior, un par de mallas, los dos pares de zapatillas que tengo, sandalias de playa, elementos de higiene… lo indispensable, como aprendí en más de 20 años de vacaciones en la playa.
Sí!! Saldré por fin. Nadie lo sabe… dejo una nota:

Gala, Carla, papá, mamá: salgo de vacaciones a Brasil, disculpen que no les avisé antes pero me decidí esta noche, y si no salgo ya, no me voy. Papá por favor pagale a Lionela su sueldo, cuando vuelva te lo devuelvo. Disculpen también lo breve de esta carta pero tengo muy poco tiempo. Los veo a la vuelta, no me esperen antes de un mes. Un abrazo, Daniel.

Busco mi documento, me subo al auto y siendo prácticamente las 4 de la mañana parto. El cansancio olvidado, miro la noche helada desde dentro del auto, casi no hay tránsito en la ruta… una delicia de noche para viajar.

Mi mente a mil, dando vueltas en círculos a las cosas del día pasado, a mi decisión de romper definitivamente las esperanzas de volver a un amor pasado (que ya había terminado pero que no quería reconocerlo), al hecho de haber dejado pasar dos oportunidades más de formar pareja… no termino de caer en que estoy viajando… Viajando! Pasan un par de horas y el resplandor del amanecer comienza a insinuarse, va amaneciendo y por fin caigo. Estoy de viaje siguiendo un impulso… y por lo visto sin ser totalmente consciente de ello tenía planeado algo en serio, porque llevo una muy buena suma de dólares.
Cuando saco la cuenta una imagen aparece en mi mente: el velero! El de mis sueños más locos, como que nunca me tenían como protagonista, aquel que realizaría una travesía con el mar por amante, llevando una vida simple y grandiosa, enseñando al hombre lo que hay dentro de su corazón.
Mi viaje me lleva, no soy yo el que decide, de forma que me rindo al impulso. Un entusiasmo tremendo me invade. Amanece, el mundo revive volviéndose más hermoso a cada momento: aquí vivo, éste es mi mundo.

Cerca de la ciudad de Posadas, un par de kilómetros antes de cruzar el arco que está en el límite de Corrientes con Misiones, hay una estación de servicio, vieja y mal mantenida, a la izquierda de la ruta. Nunca le dediqué una segunda mirada, salvo para pensar en el mal estado en que se encuentra, pero esta vez, en la banquina de mi mano de la ruta, está parado un colectivo con problemas. Hay gente que bajó, y veo a un par que cruzan la ruta. Bajo la velocidad, y no sé bien porqué me dispongo a parar.
Sí sé. Hay una mujer parada unos metros detrás del colectivo, con una mochila de campamento a su lado, en actitud de buscar que la lleven.
Tendrá más o menos mi misma estatura, algo más robusta que yo, usa jeans, un campera larga de la misma tela, lleva gorra y parece que tiene el pelo largo.
Mi corazón late con fuerza: es atractiva y yo siempre jugué con la fantasía de encontrar en la ruta una mujer con quien me atreviera a… con quien me atreviera.
Me decido y acerco el auto bajando la ventanilla… ella se inclina y me mira, se saca la gorra… por dios, que pelo! Baja en ondas desde los lados de la cabeza, invade la cara, el cuello, cubre los hombros y se vuelca hacia abajo y los lados como una marea brillante que devora todo, llamándome a morir en él, pidiéndome que lo toque lo huela lo acaricie lo adore por el resto de mi vida.
Despierto, veo que me mira divertida, estuve absorto en su pelo el tiempo suficiente para una vida. Se sonríe. Ya sabe.
-Te llevo? Me sale. Ni le pregunto adónde va, me desviaré al fin del mundo si me lo pide.
Se ríe, tranquila, segura de sí, ya sabe en efecto que produjo. Un calor inoportuno me sube a la cara, debo estar rojo como un adolescente…
-Gracias! Dice –A esta hora no pasa casi nadie…
Bajo y le abro el baúl para que cargue su mochila. Mira la mía (de tela de avión, es una mochila de juguete comparada con la de ella) y no dice nada, creo que me sonrojo otra vez.
Subimos al auto, arranco y cruzando el colectivo detenido veo que es un Crucero del Norte, de los que suelen ir hasta Brasil. Antes que ninguna idea cruce por mi cabecita recalentada me dice:
-Yo voy a Brasil, en colectivo hasta Posadas y de ahí tomo otro hasta el mar. Y vos hasta dónde vas?
Contesto sin pensar:

-Hasta la costa brasilera, a Pontal do Sul cerca de Curitiba e Ilha do Mel que es un paraíso, la conocés? Si querés te puedo llevar...

lunes, 24 de agosto de 2009

Por encargo



Hoy escribo por encargo, sin el impulso que generan las ganas de dejar salir la pasión de un episodio que sobresale. Y trato de esquivar la trampa de escribir difícil para ocultar que la pasión no está.
Entonces? Entonces escribiré sobre la tranquilidad, y estaré atento por si algo me llama.

Es muy parecido a la melancolía, creo que tristeza (será ese el término?), añoranzas mejor por la pasión con que viví el último escrito. Y todo parece ajustarse a mi sentir, hoy llueve, hace frío, no fui (quise pensar que no había porque diluviaba) a la clase de salsa, es invierno y la melancolía me invade. Me trae pensamientos sobre un amor ya pasado, terminado pero abierto.
Qué herida la de tu boca
que lastima sin dolor…
No tengo miedo al invierno
con tu recuerdo lleno de sol...
De sol...
No tengo miedo? Pánico le tengo, terror de que no estés.
Recibo un mensaje en el celular, me dice que se acuerda de mí
Y quiero pensar que es posible, que algún día la recuperaré
Vivo en su recuerdo lleno del sol del verano que nos vió jugando al amor
Le escribo un mail, le cuento de mis cosas, mis ilusiones, de una amiga, de mis proyectos.
Y sé en el fondo que es casi imposible, que si me llama iré corriendo dejando todo, familia, amigos, baile, nada más que para vivir un poco más a su lado porque casi con seguridad no podremos construir una pareja sobre las bases de lo viejo, que fue hermoso, fecundo y terminó bien pero que está seco y estéril. Y sé también que este sentir es fruto de la melancolía, de la soledad, del resto de autodestructividad que me queda y que aflora en estas ocasiones.
Escribo y me pongo aún más triste
No me quedan ganas de escribir lo que viene a mi corazón
Nos vemos mañana

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Voy a mi habitación, me saco el pullover… me doy cuenta del anillo que ella me había regalado, que nunca me saqué. Alguien me había preguntado “todavía estas casado?”, preguntando si aún salía con ella… “es un recuerdo”, le dije. Mentira. Es una hebra rota a la que me aferro sintiendo que la traerá de vuelta.
“Me lo quitaré el día que quiera a otra mujer”. Mentira.
Me lo quito.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Carnaval

Carnaval brasilero!! Estamos llegando a un lugar en que las ganas de bailar surgen de todos lo rincones, de todos los que cruzamos. Es de tarde y la noche promete… que? No sabemos, pero la promesa pone una tensión en el aire que da fuerzas a la alegría y al cuerpo.
Suena un ritmo de samba, un grupo baila en una esquina, y nosotros nos salimos de la vaina por bailar, intentamos meternos en el ritmo, dejar salir las ganas. Del grupo que está bailando nos miran, se ríen, hablan entre ellos, pero siempre hay alguien bailando: una mulata sacudiendo las caderas, un negro que nació “com a samba no pé” haciendo una muestra de virtuosismo frente a su mujer, prometiendo que será más que cualquiera… Se nos acercan dos, una pareja: “oi caras vocês quer aprender? Venhan dançar”. Charlamos un poco con ellos, les contamos que somos argentinos y que es nuestra primera vez en su carnaval y que sí queremos aprender, su alegría nos contagia y hace surgir la nuestra. La morocha me muestra unos pasos básicos pero me cuesta prestarle atención: el morocho hace lo mismo con vos y parecés disfrutarlo. Que será lo que pensás? Me subleva la idea de que te guste, podrá tener buen cuerpo pero yo soy tu hombre y vos sos mi mujer… En eso me mirás y me sonreís, en tu sonrisa hay alegría, hay amor y ganas de compartir conmigo tu alegría, y mis celos se aplacan, y me dedico a prestar atención a mi mulata que me enseña, quiero aprender la danza que después voy a bailar con vos de otra nanera.
La miro bailar, se da cuenta que ahora sí le presto atención y dejando por un momento la idea de enseñarme comienza una danza rápida dejándose llevar por el ritmo. Sus pies parecen tocar un tambor y a la vez acariciar el suelo. Me mira coqueta a los ojos, baja la vista y sigue danzando, mueve las caderas, gira y ofrece toda su destreza y su abandono a la danza. Yo la miro a los ojos, sonrío todo el tiempo.
Completamente libre, acepto lo que ofrece, le agradezco con la mirada y el corazón, le agradezco el permitirme recibirlo.
Y mi cuerpo y mi corazón están libres. Libres de deseo sexual o de deseo de amor, de la mulata que me baila recibo solo estas ganas de que la admire y lo hago libremente y se lo muestro abiertamente, justa retribución.
Sonrío. Te sonrío, pongo en esta sonrisa todo esto, y todo mi amor.
La mulata se da cuenta, sonríe y me enseña unos pocos pasos, ya me defiendo: ahora que sé que hacer me puedo soltar un poco más.
Me dirijo a vos, te hago un bailecito para provocarte si hacer caso del morocho que tenés enfrente. Si los pasos me salen un poco confusos, lo compenso poniendo en ellos toda la alegría y ganas de amarte que tengo, me olvido del resto… agotado de piernas y de mirate, disminuyo el ritmo.
Entonces comenzás vos, y me voy quedando quieto, nunca imaginé mirarte así. Me mirás todo el tiempo, y hay en tu cintura una magia que me atrapa y me llama. Tus pies pequeños, tu cadera, tus senos, cantan una canción para mí, y a vos no te miro sonriendo sino con una intensidad que me lleva entero hacia tí, y respondiendo a tu llamado te hago mía, mía, mía…
El grupo se dispersa aplaudiendo tu demostración… hay otro grupo un poco más adelante.

(Continuará)

Danza

Danzo una danza de amor, sueño un sueño donde estás…
Frente a mí esperas inmóvil, sólo mis manos se mueven, voy dando vueltas a tu alrededor como adorándote.
Mi corazón se hincha de gozo, salta dentro de mí, a través de mi pecho, inunda mi mente y me lleva… extiendo los brazos y te toco, sigo el contorno de tus hombros, tu torso, tus caderas, me inclino para sentir tus piernas, eres tan insustancial como el aire, y tan indispensable.
Vuelvo a tus caderas, fuente de vida, abismo insondable, las tomo como si existieran… mis ojos cerrados te ven, mi alma te siente, y te atraigo a mi cuerpo desnudo que no cesa de girar una danza lenta, rítmica como el amor.
Y mis manos te aprietan contra mí.
Otra vez
Jadeo
Más
Jadeo
Otra vez
Jadeo (Sollozo)
Giro
Sollozo
Amor!
Tomarás mi corazón?
Ya no cabe en mí
Atontado jadeo, giro, danzo.
Y la tensión me cambia, el sollozo se vuelve risa
Jadeo (Río)
La alegría me va bañando, fresca, rotunda
Mis manos suben a tu pecho
Acostada acuno tu cabeza en mi brazo derecho, la mano descansa sobre tus senos
Tan tranquilos, tan suaves que no siento tus pezones
Me inclino hacia ti… voy deteniendo mi danza
Me queda tu sabor
Inmenso amor
Qué cantidad infinita para dar
Qué enormidad hay para recibir